La pregunta recurrente es ¿cómo dejaste aquello? buscando inmediatamente la respuesta que se quiere escuchar como para justificar aquello que se cuestiona a diario. La nieve y el frío son parte del paisaje ahora natural, el calor y el sol lo dejamos para verano y quizás aprendimos a apreciarlos mas.
Cuando nos reunimos hablamos de Chávez y su combo, del número de desatinos de una oposición que a veces amamos y otras tantas odiamos pero, nunca hablamos del Avila, de la barra del restaurante que solíamos frecuentar ni de las arepas en la madrugada después de una rumba. Esos temas tratamos de obviarlos ya que en el bar donde estamos no nos echan un poco mas de whisky ni el parquero no recibe con un saludo que denota confianza.
El país que vivimos desde afuera, es el país de Chávez, el país del cual ahora nos burlamos desde la distancia sin pensar que somos parte protagónica. Muchos con razón hablan de no volver, recuerdan las marchas y sacrificios en los días del paro petrolero que los dejo posteriormente sin trabajo, otros simplemente optamos por la comodidad y por el país a ratos que permite disfrutar del whisky y las rumbas sin el ratón mental de la política.
Al país regresamos a diario, en los chistes, en los olores y en las mentadas de madre que soltamos cuando hace -30º afuera y hay que ir a la oficina.
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