Así llegó a Caracas, maleta en mano sale del aeropuerto para primero encontrarse con su temperatura calida aunque corre el mes de diciembre. Al mismo tiempo se encuentra con el caos normal de Maiquetía, ofertas de taxistas y personas que buscan el dólar que no se encuentra.

Al montarse en el carro y enfilarse hacia Caracas comparte algunos comentarios con sus padres, el tema principal es la ultima alocución del presidente, otra de tantas vacías que solo ocupan el tiempo en las televisoras y machacan el mensaje anti imperio que tanto le ha servido para camuflar otros temas. La carretera maltrata los carros sin distinción, ahí no importa si apoyas ó no, si votaste por el SI ó por el NO.

Vallas por doquier recuerdan la frase “Por Ahora…..” del Teniente Coronel, que ayudado por esos segundos frente a las cámaras hace ya varios años deja colarla para así pasar a la posteridad. La basura le recuerda que a la ciudad se entra por el oeste, ese oeste que ellos vociferan de ellos y que demuestra las intenciones que estos tienen. Al salir del túnel se encuentra con la ciudad y por un momento se olvida de todo para prestarle toda su atención al Avila, esa montaña que bordea Caracas y que se extraña tanto.

La ciudad continua siendo la misma, quizás hoy un poco menos humana y tolerante pero igual de pujante. Las autopistas repletas, motos que sortean el trafico y se hacen paso a como de lugar. Santa Claus es un personaje común, cuelga y adorna edificios, imagina que bajo la mirada amenazante de la revolución que no ha logrado borrarlo. El espíritu de fiesta se siente, la gente abarrota los centros comerciales y el NO es parte del vocabulario común.

Caracas sigue siendo su ciudad, mas allá de lo cómodo de otras tierras, no hay comodidad completa sino en la tierra a la que se pertenece. No se engaña y sabe que hay miles de ventajas en el lugar donde está, quizás allá también este su futuro pero ahora aprovecha el reencuentro con lo que le es suyo. La ciudad lo recibe y él se deja recibir.